28 de abril de 2010

LECTURA: LA NIEVE


Hola amigos: Soy la nieve y voy a contar mi singular historia.
Tengo el aspecto de una gran sábana blanca que cubre las montañas, estoy siempre muy fría y mi textura puede ser blanda como la arena o dura como la piedra. Algunos dicen que soy majestuosa, pero yo solo siento que soy un elemento más de ese gran puzzle que es la naturaleza.
En tiempos muy lejanos ya, y a lo largo de miles de años, existieron épocas heladas en las que llegué a dominar gran parte de la tierra. Durante esos periodos el frío era estremecedor, mi superficie era cada vez mayor y poco a poco, crecía y me apoderaba de lugares en los que nunca había estado. No importaba la altitud, montañas, valles y mesetas permanecían por igual bajo mi manto blanco.
Los seres vivos tenían que elegir entre quedarse conmigo y soportar el frío intenso o emprender un viaje hasta tierras más cálidas. Muchos se quedaron porque les gustaba el gélido ambiente que dominaba y al que se habían adaptado de manera asombrosa.
Fueron tiempos de gloria para mí y sobre todo fueron épocas llenas de actividad. Yo aumentaba y disminuía en función del clima que reinaba, hasta que llegó un momento en el que las tempoeraturas eran cada vez más altas y , a medida que iban ascendiendo, el calor se hacía cada vez más insoportable. No podría seguir así durante mucho tiempo así que me vi obligada a tomar una decisión ; tendría que acurrucarme en lo más alto, en aquellas zonas en donde el frío aún dominaba, dejando parte del espacio que había ocupado a otros seres que necesitaban ambientes más cálidos. Fue entonces cuando me instalé en las altas cumbres y en ellas he contiuado hasta el día de hoy.
Pero aunque estoy presente en casi todas las grandes montañas del planeta, hay un sitio que me resulta verdaderamente especial. Se llama “Sierra Nevada” y a pesar de estar situada en un lugar cálido, donde el sol luce la mayor parte del año, cuenta con un clima ideal para mí.
Está poblada por miles de plantas y animales que no existen en ningún otro lugar del mundo. Resulta increíble que una sola montaña pueda albergar tantos tipos de vida diferentes. Hay seres que han encontrado refugio en los lugares más recónditos y allí permanecen aislados. Otros, menos exigentes, disfrutan de los abundantes recursos que les proporciona esta montaña.
El aspecto de sus rocas es muy diverso, sus paisajes son de una extraordinaria belleza y a lo largo y ancho de todo su contorno se suceden preciosos pueblos que están llenos de gente que se enorgullece de vivir allí.
Pero no soy yo la única que piensa que Sierra Nevada es especial. Es tal el aprecio de los hombres hacia todos sus valores que ha sido declarado Parque Nacional.
Desde su cumbre más alta, el Mulhacén, se puede divisar el mar, allí el silencio se apodera de ti hasta tal punto que tienes la impresión de ser el único habitante del planeta.
En este lugar, mi relación con los hombres ha evolucionado con el paso de los años. Al principio me tenían miedo, pensaban que yo era una fortaleza inexpugnable y que nunca podrían alcanzar mis entrañas. Poco a poco, algunos valientes comenzaron a enfrentarse a ese temor, adentrándose en mis dominios y superando así todos sus prejuicios. Desde entonces, mi mundo ha cambiado y la convivencia en esta gran montaña ha sido cada vez más grata. Ahora, montones de personas me visitan a diario. Algunos se contentan con contemplarme a la vez que se impregnan de esa paz silenciosa que intento transmitirles, otros prefieren jugar conmigo y la gran mayoría se deslizan sobre mí utilizando planchas alargadas que sujetan a sus pues a las que ellos llaman esquís. Me encanta que la gente me conozca, pero del mismo modo, es necesario que me respeten. Como bien sabéis, la naturaleza es inmensamente poderosa y el arma más valiosa que posee el hombre es la cautela.
Yo, la nieve, además de ser atractiva para algunos, soy necesaria para todos.
Mi vida no es sedentaria y para nada aburrida. Es cierto que durante todo el invierno estoy aquí arriba descansando, en forma sólida y helada, pero cuando llega la primavera mi reposo llega a su fin. La temperatura es más agradable, la acción del sol se intensifica y comienza el deshielo. Casi toda mi superficie se va derritiendo poco a poco, mi textura va perdiendo solidez y finalmente me convierto en agua. ¡Es la hora del gran viaje! Empiezo a descender atravesando valles y barrancos y a la vez que me filtro en el suelo y alimento los acuíferos, sacio la sed de todas las plantas que encuentro en mi camino provocando en ellas un agradecimiento tal que no cambiaría por nada en el mundo. Su savia empieza a circular, sus tallos a crecer, las hojas van brotando y todo se adorna con miles de formas distintas hasta que por último florecen convirtiendo todo mi alrededor en un precioso escenarios lleno de color. Realmente merece la pena ser testigo de ese espectáculo.
Pero mi viaje continúa. Sigo descendiendo, sorteando obstáculos e introduciéndome en pequeños cauces que me conducirán hasta los grandes ríos para finalizar en el mar. Lo curioso de este macizo es que está situado en un lugar muy estratégico: si me deslizo por la vertiente norte voy a parar al Océano Atlántico y si lo hago por la vertiente sur acabaré en el Mar Mediterráneo. ¡Ya os dije que Sierra Nevada era especial!
Pero mi ciclo aún no ha terminado, aún tendré que evaporarme formando las nubes que en su momento estallarán y permitirán que me precipite de nuevo sobre la tierra.
El único inconveniente de mi gran recorrido es que, en ocasiones, desciendo con tanta fuerza que arrastro conmigo todo lo que encuentro a mi paso, erosionando el terreno y llegando a ocasionar algún que otro destrozo. Desgraciadamente eso es algo que yo no puedo controlar. Son los hombres los que asumen ese problema y los que se encargan de combatirlo. Ellos me valoran enormemente. Saben que sin agua nunca podrían desarrollar sus vidas. Me utilizan de muy diversas formas: beben, riegan sus cultivos, se asean…, incluso, durante muchos años, me usaron para enfriar y conservar sus alimentos. Os hablo de los neveros, que cada día al atardecer emprendían un arduo camino hasta las altas cumbres de Sierra Nevada buscando aquellos lugares en los que yo permanecía sin derretirme. Entonces me recogían y me transportaban en sus mulos lo más rápidamente posible para poder venderme antes de que el sol saliera.
Era una profesión muy dura. Ahora, gracias a la electricidad que produce el agua en su impetuosa bajada, el trabajo de esas personas ha dejado de ser necesario, pero es importante saber que existieron y recordarlos con respeto.
No quisiera terminar esta historia sin invitaros a reflexionar y a comprender que la vida se abre camino a nuestro alrededor y que el tesoro más preciado que todos tenemos está ahí fuera ¡TODO UN MUNDO POR DESCUBRIR!



Después de escuchar, leer y observar las imágenes que has visto en clase, realiza en tu cuaderno estas cuestiones sobre la lectura.
1. Busca en el diccionario las siguientes palabras: gélido, recóndito, inexpugnable, savia, macizo, cautela y arduo.
2. Haz una oración con cada una de las palabras de la actividad anterior.
3. Busca en la lectura cuatro artículos y el sustantivo al que acompañan, cuatro adjetivos y cuatro verbos.
4. ¿Cuál es el pico más alto de Sierra Nevada?
5. ¿Qué proceso crees que se describe en esta lectura y que ya has estudiado?
6. ¿Consideras interesante esta historia? ¿Por qué?
7. ¿Qué imagen te ha resultado más impactante y bonita? Dibújala y haz un comentario breve sobre ella explicando de qué se trata (pie de imagen).
8. Inventa un título para esta historia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario